viernes, 20 de mayo de 2011

Uno que se fue...su evolución conmigo

Buenas
Cuando empecé en esto del bonsai, muchas veces pasaba por una floristería y me quedaba asombrado por este árbol. Era un olmo chino, con unas medidas bastante grandes para lo que yo había visto hasta entonces: 60*60cm. aproximadamente. Y, por entonces mi novia, decidió regalármelo por mi cumpleaños. Mis conocimientos no eran muy grandes, y lo pagó. Como mi cumpleaños es en enero y venía de una floristería, decidí no sacarlo a la calle hasta la primavera, temía por las heladas de Burgos.
Así era el árbol recién llegado a casa. Las ramas estaban muy mal, largas, débiles y delgadas.
En verano tuvo un ataque de araña roja, y quien más se resintió fue la primera rama. Lo arreglé regando todos los días por encima de la copa en abundancia. Además, fue la única rama que podé, como se puede apreciar.
Visto desde el otro lado.
Supero el frío y duro invierno de Burgos sin tirar la hoja. Aquí, bajo el peso de la nieve.
Tras este invierno llegó un momento crucial en su evolución. El árbol empezó a dejar de gustarma por su tronco. Tampoco me gustaba el punto de donde salían sus ramas, el grosor de las ramas más altas, etc. Y escogía la misma técnica que para el cotoneaster: ATPC. Igual con el cotoneaster es más acertado, pues es un árbol de mucho menor calibre y un grosor de las ramas acorde con su tamaño se consigue más rápido que para este. Bueno, el caso es que así quedó:
 También fue trasplantado, pues el año anterior como estuvo en casa y demás, no descubrí el momento de "su primavera" y no decidí arriesgarme.
De aquí procedí a crecimiento libre hasta final de temporada, momento en el cual podé. Dejé de hacerlo caso excepto para regar y abonar.
Tras dos años en el que sólo recibió una pequeña poda. Como veis estaba muy vigoroso.
Desde el otro lado.
Un lateral.
Y el otro. Tiene una hoja muy pequeña y unos entrenudos cortitos si se cultiva a pleno sol.
Estas últimas cuatro fotos son del final de su etapa conmigo. Vi que un amigo de foros andaba buscando un olmo chino y se lo ofrecí. Estaba falto de espacio y había perdido el interés por este árbol. Si me lo hubiese quedado igual lo hubiese acodado y arreglado el nebari, pero no sé si me acabaría convenciendo. El precio fue totalmente simbólico, pues costó más del doble de por lo que lo vendí pero, sinceramente, no me arrepiento de haber cobrado poco por él.
El resto de su evolución espero poder seguir mostrándola, de momento una parte sí. Lo que sé es que a su actual dueño este árbol le gusta, y es lo mejor que le podía pasar.
Un saludo

1 comentario:

  1. Al comienzo nuestros conocimientos avanzan mucho más rápido que nuestros árboles y por eso nos dejan de gustar lo que antes no gustaba.
    Saludos

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